La Motivación, Pieza Clave en la Educación

"Nuestra energía brota de satisfacer tres grandes deseos: Pasarlo bien, estar afectivamente vinculados, ampliar nuestras posibilidades. Cuando queremos dirigir nuestra energía hacia una actividad que no está directamente relacionada con ninguna de esas tres grandes necesidades, o que lo está pero mediante un nexo que no percibimos emocionalmente, tenemos que buscar el modo de relacionarla con alguno de los deseos ya existentes. Esa es la tarea de la pedagogía de la motivación". (J.A. Marina)

Madrid | Septiembre 2011 | Coti Coloma | Psicóloga y tutora de la UP on-line

Si preguntamos a cualquier padre o educador cuáles son las dificultades con las que se encuentran con los niños de hoy, entre todas las respuestas hay una que nunca suele faltar: la motivación. Y es que parece que en un panorama como el actual, en el que el simple diagnóstico de la problemática educativa resulta complicado, todos parecen estar de acuerdo al menos en este aspecto: los niños y jóvenes de hoy en día parecen desmotivados. Y digo parecen porque ¿de veras tenemos chicos desmotivados?
Tenemos una infancia y juventud tremendamente motivada, sí, con los videojuegos, los amigos, las nuevas tecnologías, los éxitos deportivos, la popularidad, el dinero, las modas... pero que, muchas veces, no lo están con todos aquellos temas que nosotros desearíamos. El problema real por tanto es que somos incapaces de motivarles hacia aquellos aspectos que consideramos importantes y deseables. Hacer esta puntualización resulta relevante para entender realmente la problemática y con ello poder intervenir de la forma más eficaz.
La motivación © Woodlewonderworks/FlickrParece ser que no podemos crear, de forma artificial, nuevos deseos, por lo que intentar que nuestros chicos deseen lo que nosotros queremos puede resultar una tarea vana. La única forma de generar nuevos deseos pasa por asociarlos a los ya existentes. En este aspecto tendríamos mucho que aprender de los profesionales de la publicidad y el marketing que se dedican precisamente a este objetivo. Logran que deseemos aquellas cosas que nos son indiferentes, asociándolas a otras más relevantes para cada uno: uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el teléfono móvil del que carecíamos y nos parecía innecesario y, actualmente, la mayoría, sin él, nos sentimos incomunicados.


Una de las formas de motivación primigenias residía en la satisfacción de las necesidades básicas. Sin irnos muy lejos, durante años, estudiar fue una forma de optar a un trabajo más cómodo y mejor remunerado que nos permitía satisfacer esas necesidades de una manera más agradable y tranquila. El deseo de una vida mejor se asociaba a estudiar encontrando una motivación para el estudio que inicialmente no era atractivo. En una sociedad cambiante e inestable como la actual ésta no parece una posible vía de motivación.
Otras de las formas de motivación clásicas era el miedo. El miedo puro como forma de motivación debe desterrarse por su ineficacia y sus efectos negativos. En ocasiones la apariencia del miedo esconde otro tipo de motivación más profunda como es el miedo a defraudar a alguien que se quiere.
Actualmente los niños viven en una sociedad de recompensas inmediatas por lo que sus motivaciones difícilmente se mantienen en el tiempo. Es por eso que en este sentido cobra importancia la voluntad como sostén y refuerzo de la motivación. Cuando la voluntad entra en juego aparece una nueva forma de motivación: el cumplimiento del deber y la satisfacción por el deber cumplido. La voluntad nos permite ordenar nuestra conducta en función de otros objetivos diferentes a la propia satisfacción, o el mínimo esfuerzo. Para que esta fuerte forma de motivación pueda darse, es necesario que el niño tenga la oportunidad de tener experiencias de éxito y percepción de auto-competencia. Los padres tienen un papel muy importante ya que son las primeras figuras que pueden aportarles seguridad y ayudarles a experimentar el éxito cuando este no llega fácilmente de forma espontánea. Todos los niños tienen áreas en las que destacan y es una labor esencial de los padres potenciarlas de manera que sus logros generen motivación y su voluntad se oriente hacia actividades positivas.
Por último, una forma válida y eficaz de motivar en el estudio es fomentar un aprendizaje significativo, es decir, relacionar los aprendizajes del aula con su experiencia en la vida real. Es un recurso sencillo, con grandes resultados que por desgracia no se explota todo lo que se debiera. A menudo observamos como los temas de los libros no se modifican un ápice para ajustarse a la experiencia vital del niño. Como ejemplo podemos poner los movimientos sísmicos sucedidos durante este año en Japón. A pesar de ser temario de estudio en varios cursos, pocos profesores adelantaron la temática para poder relacionarla con lo que los niños veían a diario en la televisión. Se dejaba pasar así una inestimable oportunidad de que los alumnos aprendieran basándose en la realidad.

CLAVES PARA LOS PADRES
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Recuerda que los nuevos deseos no pueden aprenderse, solo pueden asociarse con deseos ya existentes. Intenta relacionar positivamente tus objetivos con los de tus hijos.
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Asegúrate de proporcionarle experiencias de éxito. Siempre hay algún ámbito en el que les resultará más sencillo triunfar por primera vez.
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El miedo no es una motivación eficaz ya que cuando desaparece la fuente de dicho miedo con ella se va también la motivación.
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El entrenamiento de la voluntad es necesario para aquellas tareas más desagradables o en las que las recompensas se ven aplazadas en el tiempo.
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No desaproveches la vida como aula de aprendizaje motivador. Todos los días se puede aprender algo de la propia experiencia.
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Recuerda que lo jóvenes, en su mayoría, no están desmotivados. Solo necesitan que les ayudemos a encontrar las motivaciones adecuadas.