ADOLESCENCIA:
La crisis necesaria

por Isabel Menéndez Benavente

Psicóloga


En este trabajo quisiera reflexionar sobre algo que nos interesa a todos, absolutamente a todos.bien porque o lo hemos pasado, o lo estamos sufriendo o tenemos recuerdos afortunadamente lejanos, pero lo que está claro es que como padres o nos ha tocado o nos tocará alguna crisis adolescente. Nosotros como adultos la hemos ya pasado, algunos hace mucho, pero ¿ la recordamos todavía? ¿O se nos ha olvidado totalmente, hasta el punto de no comprender que pasa con nuestros hijos adolescentes? ¿ Creemos realmente que son totalmente diferentes a los adolescentes que fuimos nosotros, no nos damos cuenta de que pueden sentir igual, y que sólo han cambiado las circunstancias?

Empezaré leyendo una carta de una madre que creo es muy significativa, estoy segura de que muchos de ustedes se van a sentir muy identificados. Dice así:
"Empiezo a pensar que esto no tiene solución, La conducta de mi hijo es incomprensible. Y lo triste es que siempre ha sido un niño feliz, pero ahora. Todo esto me hace sentirme muy mal, pienso que no he sabido educar bien a mi hijo, y ya no sé que hacer, lo he probado todo y creo que no tiene solución. Nos sentimos fracasados como padres y esto nos causan tristeza y desesperación, Nuestros hijos han sido siempre los más importante, nuestra vida ha girado siempre en torno a ellos, les hemos dado de todo, hemos intentado hablar, pero es imposible, nos sentimos incapaces de comprenderlo".

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ADOLESCENTES. Guía para Padres y Madres.
El espacio común

La escuela se queja de que los padres eluden sus responsabilidades educativas, transfiriéndolas a los docentes; y los padres se quejan de que la escuela no facilita su participación y colaboración.
En la UP creemos que debemos trabajar con entusiasmo en la idea de una “didáctica compartida”, que tiene que adecuarse a cada etapa del proceso educativo.

Madrid | Junio 2009 | José Antonio Marina


manos_escher A nadie se le oculta la necesidad de que familia y escuela colaboren estrechamente. Los padres no pueden educar sin la escuela, y la escuela no puede educar sin los padres. Sin embargo, la relación entre ambas instituciones es difícil, y a veces conflictiva. No hemos sabido elaborar una pedagogía de la colaboración. La escuela se queja de que los padres eluden sus responsabilidades educativas, transfiriéndolas a los docentes; y los padres se quejan de que la escuela no facilita su participación y colaboración. Lo importante no es buscar culpables, sino encontrar el modo de resolver este problema, que reduce dramáticamente la calidad de nuestra enseñanza.

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Integrar o Segregar


Una de las señas inequívocas de la escuela pública es la convivencia abierta a la más amplia pluralidad y diversidad: de ideas, de metodologías, de alumnos y alumnas de cualquier clase y condición. Nunca éstos, y menos en un sistema democrático, pueden ser discriminados en razón de su sexo, etnia u origen social.

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VISTAS PANORAMICAS DE EXTREMADURA


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